El pasado 8 de octubre la
Hermandad de la Santísima Virgen de los Remedios de Ibros realizó su peregrinación
anual. En esta ocasión y para conmemorar el «Año Jubilar de la Misericordia» la
programamos a la capital de nuestra provincia, en concreto a la Catedral, para ganar la Indulgencia plenaria como aconseja nuestro Santo Padre el Papa
Francisco.
Como es costumbre en
nuestra Hermandad, también visitamos lugares emblemáticos de nuestra capital:
los Baños árabes, el Museo de artes y costumbres populares, el Salón mudéjar, el Arco de San
Lorenzo, el Refugio antiaéreo y, cómo no, el Camarín de Nuestro Padre Jesús 'El
Abuelo', que tanto se venera en Jaén y provincia. Finalizamos con la visita histórico/cultural
a la Catedral que tan bien nos explicó nuestro querido cronista Antonio García.
Una peregrinación se
dirige hacia un destino, el nuestro era la celebración de la santa Eucaristía
en el templo más emblemático; fue presidida por nuestro Obispo D. Amadeo
Rodríguez Magro y nos unimos a la celebración del Jubileo de la Pastoral de la Salud.
La
celebración comenzó a las 17.45 horas en la iglesia del Sagrario con la
lectura del Evangelio y un fragmento de la Bula del Papa Francisco, con la que
convocaba el Año de la Misericordia. Seguidamente, los miembros de la Pastoral
de la Salud, los enfermos, los discapacitados, los familiares, el personal
sanitario y los peregrinos de Ibros, encabezados por el Sr. Obispo, D. Amadeo
Rodríguez Magro, recorrimos en procesión la lonja de la
Catedral hasta la Puerta de la Misericordia.
Así, a las
18.00 horas comenzaba la Eucaristía en la S.I. Catedral con estas palabras del
Obispo de bienvenida:
«Que en
esta peregrinación cada uno de nosotros salgamos con el propósito, con el que
venimos siempre en este Año de la Misericordia, de ser misericordiosos como el
Padre; de poner la misericordia de Cristo a favor de los demás, en este caso a
favor de los enfermos; y de saber mirar a nuestro alrededor como María, a la
que decimos que tiene esos ojos misericordiosos, que sabe mirar siempre con
misericordia a nuestros hermanos necesitados en su salud», finalizaba
Monseñor Rodríguez Magro.
La Eucaristía culminó con la oración del Año Jubilar de la
Misericordia:
«Señor Jesucristo, tú nos
has enseñado a ser misericordiosos como el Padre del cielo, y nos has
dicho que quien te ve, lo ve también a Él. Muéstranos tu rostro y
obtendremos la salvación.
Tu mirada llena de amor
liberó a Zaqueo y a Mateo de la esclavitud del dinero; a la adúltera y a
la Magdalena de buscar la felicidad solamente en una creatura; hizo llorar
a Pedro luego de la traición, y aseguró el Paraíso al ladrón arrepentido.
Haz que cada uno de nosotros escuche como propia la palabra que dijiste a la
samaritana: ¡Si conocieras el don de
Dios!
Tú eres el rostro visible
del Padre invisible, del Dios que manifiesta su omnipotencia sobre todo
con el perdón y la misericordia: haz que, en el mundo, la Iglesia sea el rostro
visible de Ti, su Señor, resucitado y glorioso.
Tú has querido que también
tus ministros fueran revestidos de debilidad para que sientan sincera
compasión por los que se encuentran en la ignorancia o en el error: haz que
quien se acerque a uno de ellos se sienta esperado, amado y perdonado por Dios.
Manda tu Espíritu y
conságranos a todos con su unción para que el Jubileo de la Misericordia
sea un año de gracia del Señor y tu Iglesia pueda, con renovado
entusiasmo, llevar la Buena Nueva a los pobres proclamar la libertad a los
prisioneros y oprimidos y restituir la vista a los ciegos.
Te lo pedimos por
intercesión de María, Madre de la Misericordia, a ti que vives y reinas
con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos.
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